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Mujer del Desierto

"Soy una mujer del desierto, pero ante todo, soy una mujer".

[Cesa el invierno]

Un sueño se adhiere al otro, mientras
tomo una vez más aquel libro, —el de siempre.
No recuerdo el último verso, la última mirada.
No hace falta repetir la historia.

Cesa la primavera; flores, colores.
Cesa el verano; fuego implacable.
Cesa el otoño; palabras caídas.
Cesa el invierno.

Y yo, soy otra.

Lihem ben Sayel.

[Dolor]

Las paredes se entristecieron, y lloraron…

Ellas también creyeron que sería para siempre.

El ventanal dejó pasar al viento

para que ondease las cortinas de la habitación.

Y allí estaba yo, sentada en el suelo,

sollozando aún por cada palabra dicha.

Pero en el fondo, en mi corazón torturado,

el dolor era peor por lo que no te pude decir.

 

—Lihem ben Sayel.

[Todo pasa]

En la tierra, todo pasa…

Las estaciones son cambiantes. La luna jamás es la misma cada noche. La hoja de un árbol danza un compás distinto según la brisa.

En la tierra, todo pasa…

Cada día somos más viejos. Cada beso somos más del otro. Cada silencio somos más nuestros.

En la tierra, todo pasa…

Y cuando todo haya pasado, a ver quiénes seremos.

—Lihem Ben Sayel.

[Mujer al otro lado del mundo]

Mujer al otro lado del mundo,

tus penas y mis penas

no son las mismas, no.

Por más que intento imaginar

a la orilla del sueño profundo

cómo será tu vida, cómo te las arreglarás,

yo no lo consigo, no.

Tú te despiertas en la incertidumbre

del hambre, del frío y las bombas,

de tus hijos gritando «mamá, mamá».

No hay hombres en casa: todos muertos.

Ellos se rehusaron a capitular.

Pero tú, arrastrada en tu única dignidad,

humillada y mullida como el corazón de una flor rota

hallaste la fuerza en el palpitar de sus ojos,

porque los niños te miran, no quieren morir.

Recorres aldeas y pueblos fantasma

donde solo reina una estela de destrucción.

Nadie te da nada si no les brindas algo a cambio.

E incluso hasta a «eso» te ha llevado tu desesperación.

Atrás quedaron los años cuando al pasar te llamaban «dama».

Poco queda de esa mujer; el resto, sencillamente murió.

No logro imaginarte al otro lado del mundo

suplicando al cielo un poco de consolación.

Lejana mujer, amiga y hermana,

tus penas y las mías

no son las mismas.

No.

 

—Lihem Ben Sayel.

 

 

[Desaparición]

Y así, te convertiste en sombra. En acertijo; en misterio sin resolver. Desapareciste como desaparecen los sueños, al uno despertarse. Te desvaneciste como el humo de un cigarro fumado hace ya horas. De ti, solo me quedan las ruinas de algo precioso, y cruel. Todo muere, incluso tú. Me queda una imagen difuminada en el tiempo. Un tiempo, que jamás volverá a repetirse. Pero qué buenos fueron. Te echaré de menos, siempre.

—Lihem Ben Sayel.

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[Inadvertida]

Me quedaré esperando

inadvertida, ante el murmullo

de una soledad seca y fría

como lo son todas las soledades—.

Y cuando llegues, después de tantos soles

cuando la luna se haya bajado

de los cielos imperiales

a caminar con los mortales—,

allí, posiblemente, arderán las palabras

más allá de los lugares;

en lo recóndito de las memorias.

 

—Lihem Ben Sayel

 

 

 

[Resucitará]

Eres como un ramillete

de canciones secas

desgastadas

de lo mucho que se han entonado

en los parajes distantes

de recuerdos absurdos,

fugaces;

letales.

Nube arrancada del cielo con

silencios que rompen ocasos.

Nada resurge. Nadie respira.

Contémplalo todo una vez más.

Y en medio de la muerte

habrá poesía extinta.

En lo oscuro, la luz,

resucitará.

 

—Lihem Ben Sayel

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[Dicen]

Dicen que el consuelo del poeta está en el poema. Dicen, que la lluvia nos acerca al cielo, gota a gota. Dicen que la luz nos envuelve para recubrir nuestras tinieblas. Dicen que no se ama dos veces. Dicen. Eso dicen.

Dicen que los párpados se cierran para que venga la imagen de un tesoro a nuestra memoria. [Recuerdos, son tesoros. La palma de tu mano contra la mía, entrelazadas en una despedida fugaz y etérea.]

Dicen, que mañana olvidaremos la zozobra. Que esas gotas de lluvia —de nuestro infantil cielo— volverán para limpiarnos. Que la amargura acumulada con las heridas de todos estos años, sólo se suaviza con besos, y más besos. Dicen. Eso dicen.

Yo sólo sé que te echo de menos.

—Lihem Ben Sayel.

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En Paz ~ Amado Nervo

Algo hermoso que me han dedicado. Digno de rebloggear. Mil gracias, otra vez… 🙂 Un abrazo.

En-RED-Versados

Poesía del escritor mexicano Amado Nervo, dedicada a una seguidora de En-Red-Versados, Lihem Ben Sayel “Princesa del Desierto”.

El viernes 27 cometí un error y publiqué una entrada en este blog, tenía que haberla publicado en el de RadioSenior e inmediatamente Lihen pinchó en “me gusta” y después esa entrada desapareció,  por eso esta poesía y su canción, de Pablo Milanés, va dedicado a ella.

En Paz

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;                             

porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

…Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que…

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